Por décadas Chile ha avanzado hacia la apertura de su economía e integración comercial con las principales economías del mundo. Un proceso iniciado en 1974 ha sido sostenida y brillantemente conducido por líderes políticos y empresariales desde entonces. Podemos criticar muchos aspectos del quehacer político y empresarial en Chile, pero en materia de apertura comercial, nuestra capacidad de generar grandes acuerdos nacionales y consecuente desempeño han sido notables: 25 Tratados de Libre Comercio con las principales naciones del mundo, que representan el 64% de la población mundial y el 86% del Producto Geográfico Bruto del planeta.

Estados Unidos hoy duda de los beneficios de avanzar en la globalización de su economía y de su sociedad. Gran Bretaña no solo dudó, sino que simplemente retrocedió con el Brexit. En cambio, Chile no ha pestañeado y ha sido consistente por 42 años consecutivos. Chile no debe dudar, sino sólo avanzar hacia más y mejores mecanismos de globalización. Ahora, para avanzar hacia niveles superiores de desempeño económico, social y cultural, nos tocará integrarnos con las principales potencias mundiales en ciencia, tecnología, emprendimiento e innovación.

El proceso de integración de nuestro comercio con las principales economías mundiales obligó al empresariado chileno a concentrarse en aquello que nuestro país podía ser competitivo a escala global: recursos naturales procesados. Así, las exportaciones de Chile hoy se concentran en minería (50%), alimentos (20%) y forestal y celulosa (10%). En los últimos 40 años, Chile incubó gigantes globales en estostres dominios de producción industrial. En minería del cobre Codelco es número 1 del mundo. En producción y exportación de arándanos Hortifrut es la primera. En producción de salmones Chile está en segundo lugar. En producción de vino, somos cuartos. De hecho, Chile es Top 10 a escala global en cada una de las categorías de nuestras exportaciones en estos tres dominios de producción.

Lo interesante de esta constatación es que estos gigantes globales incubados en Chile han ido alcanzado un sitial de líderes mundiales en participación de mercado de sus respectivas categorías. Y este proceso de gradual avance hacia este liderazgo trae consigo una buena noticia para el progreso de la nación. Cuando Chile era un país subdesarrollado y las empresas locales estaban buscando su sitial en el mundo, podían -e incluso, debían- copiar a sus pares en países desarrollados. Una vez que una empresa alcanza una posición de liderazgo entre los 5 principales del mundo, solo cabe una opción: innovar para lograr el liderazgo mundial. Los líderes innovan. Los seguidores copian.

A diario me vinculo con varios de los gigantes globales incubados en Chile. Me toca influir y colaborar en sus notables avances en innovación. Estamos presenciando el emerger de gigantes globales en Intensidad de Innovación. Muchas de estas empresas están ya incursionando en investigación y desarrollo de tecnologías con centros de investigación de clase mundial como Fraunhofer de Alemania, el Weizmann Institute of Science de Israel o el Stanford Research Institute de California.

Lo que toca liderar ahora es la creación de más y mejores mecanismos de colaboración con este tipo de centros de investigación y los innumerables hubs de innovación que están emergiendo en las 35 megaciudades del mundo. Debemos incorporar las tecnologías emergentes que resulten pertinentes para lograr aumentos inéditos de productividad y la tan requerida diversificación de nuestra matriz productiva y exportadora. Los gigantes globales incubados en Chile sin duda serán protagonistas de este proceso de Globalización 2.0: Colaboración internacional para más y mejor ciencia, tecnología, emprendimiento e innovación en Chile.

Por Iván Vera, Presidente de INNSPIRAL

Revisa la publicación original en El Mercurio.