En los últimos 30 años Chile se posicionó como líder global en decenas de productos y categorías. Pasamos de exportar US$7 mil a US$70 mil millones al año con una economía absolutamente abierta al mundo. Los datos no mienten, Chile está mucho mejor que antes en todos los indicadores de desarrollo humano. Nos transformamos en ejemplo de desarrollo y crecimiento en la región. Objetivo logrado, pero no suficiente para el futuro. ¿Qué rol jugará Chile en el mundo los próximos 30 años? ¿Cuál es nuestro propósito? Esto pareciera no estar en el debate. Lamentablemente hoy no tenemos un propósito común que nos una. Mucha ideología en un discurso que sólo nos divide. O es el Estado o el libre mercado “el que lo soluciona todo”.
Nos enfrentamos a lo desconocido, por lo cual disminuir la incertidumbre a través de la experimentación es más necesario que nunca
Chile requiere de líderes pragmáticos que decidan y actúen con los datos en la mano. Nos guste o no, el capitalismo es el único modelo económico que en la historia de la humanidad ha logrado dar bienestar en masa. El único que permite a un emprendedor crear desde cero el mayor e-commerce del mundo y transformarse en la persona más rica del planeta en solo 20 años, para luego donar voluntariamente el 8% de su fortuna para combatir el cambio climático sin preguntarle a ningún Estado u Organización (Jeff Bezos, fundador de Amazon, lo acaba de anunciar). ¿Necesita ajustes el modelo? ¡De forma urgente! La pregunta es cuáles y cómo. La respuesta no es obvia. La promesa de progreso rápido y mayor bienestar no se está cumpliendo para todos. Por lo mismo, desde el mercado y el Estado debe haber cambios. Desde el sector privado ya no basta con sólo ser económicamente rentables. Cuidado del medio ambiente, ética reforzada y aporte a la comunidad pasaron de deseables a imprescindibles. Las políticas públicas para el crecimiento y bienestar también deben evolucionar, sobre todo en cómo son implementadas.
Nos enfrentamos a lo desconocido, por lo cual disminuir la incertidumbre a través de la experimentación es más necesario que nunca. Porque al final del día no sacamos nada con sólo repartir mejor una torta chica. En Suecia, por ejemplo, el PIB per cápita es de US$54 mil. El de Chile: US$25 mil. Los suecos pagan un 32% de impuestos y un 30% en leyes sociales. Si quisiéramos un estado de bienestar como el sueco ni siquiera pagando el 100% de nuestros ingresos en impuestos y leyes sociales los alcanzaríamos. Esa es la realidad. ¿Por qué? Suecia es el segundo país más innovador del mundo. Exporta conocimiento. No manzanas. Para los próximos 30 años Chile necesita urgente una dosis de propósito, pragmatismo e innovación.
Columna de opinión publicada originalmente en Diario El Mercurio