La multiplicidad de dispositivos y la sensibilidad de los datos han generado un auge de la autenticación biométrica, es decir, la aplicación de técnicas matemáticas y estadísticas sobre los rasgos físicos o de conducta de un individuo, para verificar su real identidad. Huellas, iris, topografía facial, son sólo algunos de los rasgos únicos que son estudiados por máquinas que, querámoslo o no, estarán cada día más presentes en nuestras vidas.