En la sesión de indicadores para la innovación que realicé junto al Club de Innovación, confirmé una vez más que no basta con tener ideas innovadoras, lograr generar proyectos y obtener resultados de ellos, la clave para el éxito de largo plazo de la innovación está en medir los resultados y fijarnos metas ambiciosas. Para esto es fundamental comprender la innovación como la gestión de un sistema complejo, donde hay que definirla, a fin de cumplir con los objetivos estratégicos del negocio, también hacerla medible y auditable con metas agresivas y visibles. Por último, pero no menos importante, dejar el espacio para incentivos y reconocimientos adecuados.

Medimos lo que nos importa, lo que queremos que ocurra. Sin embargo, con todo lo que se habla sobre la importancia de la innovación, esta aún no está siendo medida en las empresas. O al menos, no está siendo medida adecuadamente.

A nivel global, las compañías innovadoras han incorporado en su ADN la práctica de medir sus procesos de innovación a través de indicadores. En Chile aún hay muy pocas empresas. Exceptuando algunos casos ejemplares, como 3M o E-CL (filial de GDF Suez) -socias del Club de Innovación-, la generalidad de las firmas no han incoporado las iniciativas de innovación a sus sistemas de medición de gestión o Balance Score Card. Como si estas iniciativas formaran parte de una realidad paralela. O, en muchos casos, se está midiendo de forma incorrecta, lo que puede ser contraproducente.

Para medir correctamente hay que ajustarse a la realidad de cada compañía, pues lo que entra dentro del portafolio depende de la definición de innovación. La definición que prefiero es muy simple: Innovar es Crear Valor. Una vez definidos los tipos de proyectos a medir, un indicador muy completo es la “intensidad de innovación”, que considera el porcentaje del Ebitda que viene de proyectos de innovación con menos de cinco años de vida.

El evidenciar estos resultados permite dar visibilidad y reconocer a quienes fueron protagonistas de proyectos exitosos, lo que impacta positivamente en la cultura de innovación de la compañía, generando un círculo virtuoso.

Ahora, para las empresas que ya llevan algunos años haciendo innovación, una meta desafiante debiera ser alcanzar del orden de 10% de Intensidad de Innovación. Superar la barrera del 10% implicará que la innovación de la compañía tome relevancia estratégica.

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