Tesla: Apreciación Crítica, Curiosidad y Experimentación

Septiembre 21, 2016

Iván Vera

Por Iván Vera, Fundador de INNSPIRAL

En 1876, el joven croata Nikola Tesla estudiaba primer año de pedagogía en física y matemáticas en la Escuela Politécnica Joanneum, en Graz, Suiza. Mientras participaba en una clase de física en que el profesor Pöschl mostraba el funcionamiento de un motor eléctrico de corriente continua, Tesla observó que en las escobillas se producía una gran cantidad de chispas, y -por tanto- una significativa pérdida de energía. El joven alumno le planteó al profesor la conveniencia de mejorar el diseño del motor para evitar las chispas. Pöschl era un magnífico profesor, pero le rebatió a Tesla que aquello no era posible. La negativa del profesor encendió tal desafío intelectual en el alumno, que este decidió cambiarse en segundo año a la carrera de ingeniería y buscar la forma de evitar el problema de las chispas. Tesla comenzó a experimentar con diseños de motores y generadores que utilizaban corriente alterna. Por ese entonces, todas las aplicaciones de la electricidad hacían uso de corriente continua. Ni el motor ni el generador de corriente alterna existían. El diseño del motor de corriente alterna finalmente se le vino a la mente a Tesla en 1879 mientras paseaba en un parque en Budapest, junto a su amigo Anthony Szigeti. Con inmensa emoción Tesla tomó una varilla, dibujó en el suelo el diseño y se lo explicó a su amigo Szigeti.

Como en el caso de las máquinas de corriente alterna de Tesla son miles las innovaciones que han surgido de alguien que desde su curiosidad, ingenuidad y apreciación crítica no se conforma con algo que no funciona del todo bien y se empeña en demostrar que su instinto está en lo correcto. He visto este comportamiento en diversos profesionales en Chile; lo he visto en empresas como Cintac; Codelco; Crystal Lagoons, Enaex, Transelec y muchas más.

Si quieres innovar no des por cierto los paradigmas de la industria. Todo cambia. Mucho de lo existente va quedando obsoleto. La velocidad a la que están emergiendo las nuevas tecnologías acelerará la obsolescencia de una gran cantidad de paradigmas que hoy damos por inmutables. Aquellos que desarrollen su espíritu crítico; su curiosidad y una insaciable voluntad de experimentación y aprendizaje demostrarán que podemos innovar más y mejor.

Lee la columna de opinión publicada en El Mercurio

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