La Innovación y el miedo a innovar. El antídoto: EBITDA

Julio 26, 2016

Iván Vera

Impulsando la innovación en grandes empresas a lo largo de años, en muchas ocasiones, hemos sido testigos de cómo las innovaciones son víctimas de la cultura de aversión a los cambios, tan propia de toda organización de gran tamaño. El temor inmoviliza. Y también  induce la obstrucción de las iniciativas de innovación de los colaboradores. ¿Temor a qué?, cabe preguntarse. Se trata de temor a perder control, poder, prestigio e incluso el puesto de trabajo. Se trata de miedo a lo desconocido, que se disfraza de excusas. La innovación en Chile está enfrentada a una cultura del cinismo, pues el miedo es inconfesable.

Hace mucho tiempo concluimos que para lograr innovación de alto impacto en organizaciones de gran tamaño era el gerente general quien debía estar plenamente convencido de los beneficios de esta disciplina para luego permear a su equipo ejecutivo y permitir que la innovación fluyera. Era preciso vencer el miedo colectivo e individual y los consecuentes e innumerables obstáculos que se enfrentaban al iniciar un proceso de potenciamiento de las capacidades de innovación en una compañía. La pregunta es: ¿cómo?

De muchas conversaciones con gerentes generales quedaba claro que la prioridad de los Directorios al evaluar el desempeño de sus CEOs era un compromiso irrestricto con una determinada meta de crecimiento en EBITDA. En efecto, los directores deben resguardar los intereses de los accionistas y, por tanto, deben velar por el retorno de su inversión. Consecuentemente, para que la innovación se ganara el fundamental apoyo del gerente general, la innovación debía expresar su aporte al EBITDA de la compañía. Puesto que, si la innovación no aporta al resultado que el CEO debe reportar al Directorio no habrá apoyo gerencial y la cultura del miedo vencerá.

Fue así que hace ya 10 años, comenzamos a utilizar, desarrollar y difundir un nuevo KPI (Key Performance Index) para medir el desempeño de la innovación corporativa: la Intensidad de Innovación. Entendemos este indicador como el porcentaje del EBITDA o del margen de contribución total que proviene de soluciones creadas por la compañía en un período de no más de cinco años. En Chile, lo habitual es que las empresas no midan este indicador y que al momento de empezar a medir la innovación y sus resultados en la empresa, éstos sean despreciables. Con esta fórmula en el horizonte, líderes de varias empresas en Chile han logrado que sus compañías transiten de menos de 5% a más de 15% en menos de tres años. Incluso algunos han superado el 40% habiendo partido en menos de 1%, lo cual les ha tomado 7 años.

Lo realmente interesante es que una vez que la Intensidad de Innovación de la compañía cruza la frontera del 10%, el proceso de transformación cultural se vuelve irreversible y natural. Es entonces cuando todos en la empresa logran visualizar el impacto y los beneficios de innovar, la cultura de innovación echa raíces profundas y el proceso de innovar se vuelve sistémico y colectivo. Se vuelve “bien visto” protagonizar innovaciones y obstruirlas llega a tener más costo que asumirlas.

Asimismo, cuando ya un 10% del EBITDA proviene de nuevas soluciones creadas en la empresa, la inversión en innovación se torna un buen negocio para los accionistas. El Directorio comienza a monitorear la evolución de la Intensidad de Innovación y se generan las condiciones para aumentar la inversión de más recursos en innovación para potenciar aún más su resultado.

El gran desafío de una empresa que se embarca en construir una cultura de innovación es cruzar la barrera del 10% de Intensidad de Innovación. Sólo entonces esta cultura vence a la cultura del miedo. Toda batalla solo puede ser ganada con liderazgos bien inspirados y alineados. Quienes obstruyan el avance de la innovación deben tener claro que estarán enfrentando al gerente general, su comité ejecutivo y, finalmente, atentando contra el bienestar futuro de todos en la empresa -incluyendo a sus accionistas- y que esto tiene más costos que sumarse a la innovación.

Por Iván Vera, Fundador de INNSPIRAL

Columna publicada originalmente en El Mercurio

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