Para el especialista en innovación el mundo está viviendo un cambio de era, dejando atrás un período de industrialización y metiéndose en la economía de los bits. Una era, dice, en la que Chile tiene la oportunidad de jugar un rol importante. “Nunca en la historia de Chile ha habido mejores condiciones para emprender e innovar”, agrega.

Por: Matías Marambio / Fotos: Matías Bonizzoni

Se podría decir que todo partió a partir de un fracaso. O una gran frustración. Iván Vera, ingeniero civil eléctrico de la Universidad Técnica Federico Santa María, estaba fascinado con la ingeniería nuclear al punto que partió a estudiar al Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas de España. Pensaba que era el futuro, pero vino el accidente de Chernobyl y todo se vino abajo. “Fue un fracaso de la industria mundial de la energía nuclear”, recuerda. Ante el nuevo escenario, Vera comenzó a buscar qué hacer. “Me gustaba la exploración, lo novedoso y ahí conecté con la idea de innovación, aunque sin tener idea en qué me estaba metiendo”, agrega. Fue así como en 1989 fundó, junto a Mario Waissbluth, Innspiral, una aceleradora de innovación corporativa. Quince años más tarde, el fundador de Educación 2020 dejaría la empresa para dedicarse a la academia, y Vera seguiría en sociedad con los hermanos Mario y Alberto Montanari, de Invermar.

Han pasado 25 años desde entonces e Iván Vera se ha convertido en un referente en materia de innovación. Además de Innspiral, también ha fundado The FoodLinks, RASU, que busca acercar el emprendimiento a los jóvenes, la aceleradora Magical Startups, es miembro del Círculo de Innovación de Icare y nombre fijo en seminarios que promuevan el emprendimiento y la innovación.

–Desde el punto de vista de la Innovación, ¿en qué momentos de la historia estamos?

–Creo que en un cambio de era de la humanidad, tal como existió la transición desde la Edad Media al Renacimiento y luego emergió la era industrial, en este momento estamos en un cambio de era que no tiene nombre, pero que está matando la era industrial. Y hay muchos signos de esto. Por ejemplo, hoy la gente está moviéndose hacia la personalización, está huyendo de la estandarización, la gente quiere verse única, entonces está todo el tema de la identidad única.

–¿Y este cambio ya ha permeado la sociedad? 

–En la década del 60 en IBM la gente tenía que usar camisa blanca y corbata oscura porque era una exigencia. Hoy todavía en la banca tienes que usar corbata, pero crecientemente más sectores industriales se unen en la tendencia de no usarla. Es cosa de ver al Presidente de Uruguay. No cabe duda que es un político único en su género, pero él aporta valor no en su vestimenta, sino desde lo que piensa o en lo que promueve para su pueblo. Ahí hay un signo de que estamos saliéndonos de la era industrial donde todo tendía a la homogenización. Lo que pasó es que emergió primero la tecnología de los computadores y su evolución exponencial, pero después fue la inserción de Internet con lo que ocurrió una difusión masiva de costumbres, de posibilidades, de información, de nuevos referentes.

–¿Cómo afecta esto a la forma de hacer negocios?

–La economía mundial no está en recuperación, está en transición. Y lo que va a ocurrir es que la economía de los bits o lo digital se va a entrelazar armónicamente con la economía de las cosas físicas. Entonces el mundo está cambiando a una velocidad extraordinaria y lo va a seguir haciendo a una velocidad aún mayor y aún más incierto, porque lo que viene tiene altos componentes de incertidumbre. Piensa que Google en el 2013 compró ocho compañías de robots, incluyendo Boston Dinamics que es la más prestigiosa de Estados Unidos. La industria de los robots hasta ahora era experimental, pero Google va a masificar su uso y a una velocidad imposible de predecir.

 

Entender el negocio

–¿Quiénes serán los protagonistas de este cambio?

–Probablemente este fenómeno ocurra desde emprendedores jóvenes, de menos de 40 años, pero también con inversionistas mayores pero que son jóvenes de espíritu, que son curiosos y quieren explorar nuevas realidades y no sólo multiplicar su capital. Porque si sólo quieres multiplicar tu capital, en Chile es mejor seguir invirtiendo en el mundo inmobiliario, en el retail o en la banca, porque las tasas de crecimiento de esas industrias maduras siguen siendo atractivas. Pero creo que va a haber nuevos inversionistas que se van a ir metiendo en las tecnologías nuevas. Una vez Warren Buffet dijo “jamás inviertas en lo que no entiendes”. Entonces algunos inversionistas van a meterse para entender, pero en principio con sumas experimentales y pequeñas, pero crecientes conforme vayan entendiendo. Y creo que Chile está ad portas de un desarrollo extraordinario.

–¿Por qué?

–Hoy se estima que entre un 2 a 5% de los egresados de las universidades está buscando construir un emprendimiento que sea una solución a un problema real. Uno puede decir que es bien poco porque hay entre un 95 y 98% de gente que sale de la universidad y que busca empleo, pero estamos hablando de mucha gente. Chile tiene un sistema de educación superior del cual egresan 100 mil jóvenes todos los años, y si 2 mil o 5 mil jóvenes están emprendiendo, es mucha gente. Eso no ocurría hace 10 años. Por otro lado, tienes programas como Start-Up Chile que está trayendo más de mil emprendedores de más de 60 países del mundo, y el 20% de esos jóvenes se queda en Chile, eso tampoco ocurría hace 10 años. Además de las 500 empresas grandes que facturan más de 100 millones de dólares, casi 50 ya están integrando el Club de Innovación, que están trabajando para innovar sistemáticamente. Eso tampoco ocurría. Y, por último, están llegando centros de innovación de clase mundial de Alemania, Francia, España y de grandes compañías. Todas esas son señales que están mostrando que Chile se va a desarrollar de forma muy significativa en los próximos años.

–Pero para que ese 2 a 5% pueda desarrollarse en grandes empresas se necesita un ecosistema que lo propicie. ¿Cómo ve ese tema?

–Esto es como una sopa con varios ingredientes, los cuales si no están la sopa no sabe igual. En Chile esta sopa está comenzando a tener los ingredientes mínimos. Empezamos a aceptar socialmente el emprendimiento, aunque todavía ocurre que la mamá le dice al hijo que se busque un trabajo de verdad a un joven que desarrolla videojuegos y no ve esa empresa como algo serio. También hay una mayor tolerancia al fracaso, con la ley de quiebra, programas de reemprendimiento y que no haya vergüenza en decir que se falló en una empresa.

Hay distintos programas de capital semilla que financian los primeros pasos. Nunca en la historia de Chile ha habido mejores condiciones para emprender e innovar. No son todavía las condiciones ideales como en Silicon Valley o en Tel Aviv, pero somos uno de los 20 centros territoriales mundiales donde la innovación tiene las mejores condiciones y eso hay que valorarlo.

–¿En qué fallamos?

–En inversionistas que entiendan cómo invertir con altas probabilidades de retorno en emprendimientos intensivos en tecnologías y talento. Te doy un ejemplo. Si hiciste tu dinero en el retail o el mundo inmobiliario, probablemente no vas a entender cómo hacer para que le vaya bien a una empresa de videojuegos. Pero si vendiste tu empresa de video-juegos en 100 millones de dólares, vas a invertir en ese rubro porque es lo que conoces. Es un círculo virtuoso. Chile está empezando a generar condiciones de

círculo virtuoso, pero todavía no ocurre un “cash out”, una grandiosa venta. El sistema de Israel despegó con la venta de ICQ, que fue el precursor de Messenger, ya que se formó un referente y entró plata.

–¿Por dónde podría venir ese gran cash out en Chile?

–Yo armé una aceleradora de startup digitales, Magical Startups, e invité a unos amigos inversionistas a entender y aprender cómo invertir en startups digitales que tengan potencial de crecimiento mundial y en eso estamos. Hemos acelerado entre 8 y 10 startups y estamos próximos a que uno de ellos haga un cash out, un aumento de capital con un eventual venta nuestra. Vamos de menos a más, es un asunto de disciplina.

–¿Qué cosa has aprendido de esa experiencia?

–He aprendido, por un lado, que al final uno está apostando más por el jinete que por el caballo. Al final importa más el emprendedor que el emprendimiento. El joven emprendedor va a aprender lo que tenga que aprender para tener éxito. Ese joven tiene obsesión de éxito, de lograr lo que él ama, tiene un fuerte propósito. Y si tiene que cambiar el emprendimiento porque no funciona, lo va a cambiar. Lo otro es que no hay que pasarles mucha plata a los jóvenes, sino hay que hacerlo conforme van encontrando el camino de verdad, y ahí le vas aportando más capital. Porque la capacidad de malgastar plata es infinita.

Foco en el problema

–¿En ese sentido cuán importante es el modelo de negocios en los inicios de los startups? 

–Creo que lo primero es seleccionar un buen problema. Cuando lo encuentras no necesariamente encontraste el modelo de negocios. Google era un buscador muy exitoso pero no tenía modelo de negocios, nadie pagaba para que uno busque. Finalmente, después de casi 10 años descubrió un modelo de negocios en el que busca no paga, sino que el que quiere ser encontrado paga. Cuando una compañía está creciendo mucho en tracción, la probabilidad de que encuentre un modelo de negocios es alta porque tienes muchos usuarios. Es la razón por la que Facebook compró WhatsApp, compró la capacidad de adherir usuarios a una velocidad mayor que Facebook.

–Pero para eso tienes que tener un financista paciente. 

–Tienes que tener la gente que ponga ese financiamiento para mantener vivo ese emprendimiento que todavía no encuentra ese modelo de negocios.

–¿Existe eso en Chile?

–No, eso no hay en Chile. Hay uno o dos empresas de fondos de capital de riesgo, pero que al final son fondos de inversión más tradicionales que de riesgo. Es que no tenemos la experiencia, no estoy culpando a nadie. Es un camino que vamos a tener que recorrer de menos a más.

–¿Qué rol cumplen los privados en esta ecuación?

–Las empresas tienen interés privado, lo que es genuino. Entonces lo que hay que hacer es conectar la innovación con el interés privado de la empresa. Porque en estricto rigor innovación es crear una cuestión nueva para un problema que estaba resignado, no resuelto, y que al crear esa solución le diste valor a la gente que usa la solución. En el uso está la demostración de que había valor. Si hay un invento increíblemente tecnológico y nadie lo usa, no tiene valor.

–¿Quién paga ese valor?

–En la economía nueva puede haber desconexiones entre el que paga y el que usa. Si generas algo que tiene valor, que tiene uso y que se monetizó porque la gente está dispuesta a pagar por eso, el que lo creó va a recibir facturación y resultado operacional, y ahí está la utilidad. Entonces cuando tienes algo que es valioso y único, puedes indexar el precio al valor. En cambio cuando eres uno entre 10 iguales, tu precio se va a indexar al costo y el margen va a ser chico, tendiendo a cero. Hoy la mayor parte de las empresas compite en un mercado comoditizado y se copia, como pasa en el retail. La única solución al dilema de reducir precios por efecto de la competencia, es innovar. Es crear algo que la competencia no tiene y que se demore 5 años en descubrir cómo hacerlo. Entonces este juego de la innovación consiste en enseñarles a los gerentes el juego de ser de alto valor y único, algo que nadie tenga.

Ivan en INN

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